El hijo de José, llamado como su progenitor, crecerá jugando en la bodega cerca de la forja, estudiará y se formará, incluso trabajará unos pocos años en algo muy distinto de la artesanía, pero el anhelo de la forja pronto hará mella en él y volverá a trabajar al lado de su padre, disfrutando de este noble arte, aprendiendo de su maestro, elaborando sus navajas mientras siente el placer de forjar el hierro, de trabajar la madera, manteniéndose fiel al legado de sus antepasados.
J. Rodil hijo innovará en sus diseños teniendo siempre presente lo que un día le dijo su padre, su maestro, ”Hijo, mantente fiel a las técnicas heredadas de antaño pues cada navaja es un pieza única, en ella ponemos nuestra alma y nuestro esfuerzo, haz todos los procesos manualmente, no te dejes influenciar por las nuevas técnicas modernas de traer el producto de fábrica y ensamblar sólo las piezas, trabajo fácil, modas que hacen desprestigiar nuestro trabajo, nuestro empeño en mostrar la auténtica artesanía, he pasado toda mi vida viviendo de ella y a mi ya avanzada edad, puedo decir, que si volviera a nacer volvería a ser artesano de navajas, por lo tanto protege nuestro legado y muéstralo con orgullo a todo aquel que quiera ser partícipe de ello”.
En la actualidad J. Rodil hijo continúa con este oficio, teniendo muy presente las palabras de su padre.